Camino # 17: MELIDE – ARZÚA
Domingo 9 de abril 2017
El apóstol Santiago dejó las señales para los peregrinos del planeta, únicamente debéis seguirlas, Así hicimos el Camino, muy seguros, sin prisas, a placer, con austeridad, mucho gozo y espiritualidad.
Como de costumbre nos alistamos temprano, desayunamos café
con bollería (pan); al final con firme devoción hicimos la oración del peregrino.
Abandonamos el albergue Montoto
por el andén en sentido oeste, avanzando por la Rúa Codeseira tres largas
cuadras.
Al rematar la esquina de la tercera, identificamos las flechas
jacobeas entre el copioso lote de señalizaciones; las atendimos virando a la
izquierda por la CP-4603, con dirección
a Santa María de Melide.
Unos 350 mts avante, por aviso de otras señales del Camino
giramos a la derecha, nos deslizamos suavemente en una sombría y agradable plaza
de ocio con frondosos árboles de fondo y un alto crucero de pedestal en suelo
firme adoquinado.
La rebasamos a modo de vestíbulo y nos ubicamos a los pies de la Iglesia de Santa María de Melide, construida según la literatura del Camino en el siglo XII, en las postrimerías del románico.
Pronto llegamos al regato de
San Lázaro alimentado por el río Catasol, salvamos la pasarela de material y
barandales y aminoramos la marcha para apreciar el lavadero vecinal ubicado enseguida
a la derecha.
Con extensos cultivos de repollos y berzas, judías, calabacín, puerros, calabazas, patatas, grelos, cebollas y pimientos; tierra espléndida, misteriosa y mágica, según nos contaron.
En medio del cautivador paisaje no perdimos de vista las flechas amarillas del Camino de Santiago; bien en un mojón, en una esquina o un árbol, acompañan paso a paso al peregrino en cada una de las subidas y bajadas del sendero.
Unos metros más adelante incursionamos en un ambiente agreste, hábitat natural protegida de árboles autóctonos, pinos y eucaliptos con marcado perfume de montaña; y más allá, al río Catasol simulándose riachuelo, el cual vadeamos por una irregular pasarela de granito.
Este paso del río Catasol es también conocido
como poza de Raído por el lugar homónimo en el que se ubica, perteneciente a la
parroquia de O Barreiro en tierras de Melide.
La misma senda nos arrimó a la N-547 luego de atravesar el pequeño poblado de Raído. El mojón a la salida nos indicó avanzar por un corredor de 45 metros paralelo a la carretera nacional, y al final, otro mojón hacia la villa de Parabispo nos devolvió nuevamente por senderos más tranquilos y seguros.
Seguimos adelante en medio de un paisaje de huertas, fincas y antiguos hórreos, hasta que en éste transcurrir, otra señal nos desvió a la derecha por un corredor bastante boscoso.
Y por este atajo arribamos al regato Valverde bastante cubierto de vegetación y maleza de ribera; cruzamos el corto puente sobre él y aterrizamos en una zona campestre de descanso para el peregrino.
Luego de un breve reposo, reanudamos el ascenso hacia el pequeño núcleo de Peroxa, un poblado de muy buenas casas de material que conquistamos rápidamente por su calle real. Oficialmente habíamos dejado al Concello de Melide y entrado al Concello de Arzúa.
Avistamos la flecha amarilla en el piso y en el muro al otro lado de la carretera. Proseguimos entonces por el andén hacia la izquierda buscando la cebra peatonal para salvar la carretera nacional N-547; cruzamos y nos acercamos a la Igrexa de Santiago de Boente.
El lado donde se halla ubicada la parroquia es Boente da Baixo o Boente de abajo.
Una amable feligresa vinculada al templo selló nuestros pasaportes compostelanos. También nos obsequió una estampa con la oración de Santiago Apóstol.
Rápidamente salimos a
una vía local asfaltada; ubicamos la señal a un lado y cortamos por una boscosa
trocha de tierra sombría por los carvallos, en un duro descenso hacia el valle
del río Boente.
Rebasamos ese punto de
unión y seguimos en ascenso la ruta jacobea por la acera de la calzada hacia A Fraga Alta.
La rebasamos a modo de vestíbulo y nos ubicamos a los pies de la Iglesia de Santa María de Melide, construida según la literatura del Camino en el siglo XII, en las postrimerías del románico.
Nos despedimos de ese santuario
declarado Monumento Nacional en España y progresamos por una senda de grava siguiendo
la indicación de la flecha en el mojón ubicada
a un costado de la entrada.
Éste no aparenta abandono, una
armazón rectangular en roca a cuatro columnas con cubierta de teja romana sobre
el depósito central de agua, todo bien conservado.
Tienen su propia historia,
considerados patrimonio popular de los pueblos españoles, también el lugar y la
ocasión ideal de las mujeres del campo para socializar.
Reanudamos el camino sin dejar de contemplar y
regocijarnos con el entorno. A veces matorrales y arbolada silvestre en un costado;
y por el otro, bonitas casas de campo, hórreos bien elaborados, labrantío,
ganado vacuno y huertas, el color tradicional de la campiña gallega.
Con esta placidez pasamos por O Carballal, un sitio más poblado perteneciente a la
parroquia de Santa María de Melide.
Con extensos cultivos de repollos y berzas, judías, calabacín, puerros, calabazas, patatas, grelos, cebollas y pimientos; tierra espléndida, misteriosa y mágica, según nos contaron.
En medio del cautivador paisaje no perdimos de vista las flechas amarillas del Camino de Santiago; bien en un mojón, en una esquina o un árbol, acompañan paso a paso al peregrino en cada una de las subidas y bajadas del sendero.
Unos metros más adelante incursionamos en un ambiente agreste, hábitat natural protegida de árboles autóctonos, pinos y eucaliptos con marcado perfume de montaña; y más allá, al río Catasol simulándose riachuelo, el cual vadeamos por una irregular pasarela de granito.
La misma senda nos arrimó a la N-547 luego de atravesar el pequeño poblado de Raído. El mojón a la salida nos indicó avanzar por un corredor de 45 metros paralelo a la carretera nacional, y al final, otro mojón hacia la villa de Parabispo nos devolvió nuevamente por senderos más tranquilos y seguros.
Seguimos adelante en medio de un paisaje de huertas, fincas y antiguos hórreos, hasta que en éste transcurrir, otra señal nos desvió a la derecha por un corredor bastante boscoso.
Y por este atajo arribamos al regato Valverde bastante cubierto de vegetación y maleza de ribera; cruzamos el corto puente sobre él y aterrizamos en una zona campestre de descanso para el peregrino.
Gastamos nuestras
provisiones de mochila.
Luego de un breve reposo, reanudamos el ascenso hacia el pequeño núcleo de Peroxa, un poblado de muy buenas casas de material que conquistamos rápidamente por su calle real. Oficialmente habíamos dejado al Concello de Melide y entrado al Concello de Arzúa.
Por la misma arteria continuamos hacia la parroquia de Boente
distante unos 200 metros; al término, leímos el aviso a la entrada anunciando “BOENTE
DE ARRIBA”, en gallego Boente da Riba.
Rebasamos el aviso escoltando
las señales del Camino de Santiago en su recorrido por algunos rincones del
poblado hasta la salida a una pequeña plaza empedrada frente a la carretera
nacional N-547, en la que destacamos un viejo crucero de piedra y una fuente
decorativa llamada Fuente de la Saleta.
Avistamos la flecha amarilla en el piso y en el muro al otro lado de la carretera. Proseguimos entonces por el andén hacia la izquierda buscando la cebra peatonal para salvar la carretera nacional N-547; cruzamos y nos acercamos a la Igrexa de Santiago de Boente.
El lado donde se halla ubicada la parroquia es Boente da Baixo o Boente de abajo.
Una amable feligresa vinculada al templo selló nuestros pasaportes compostelanos. También nos obsequió una estampa con la oración de Santiago Apóstol.
Abandonamos el
templo sagrado y nos ubicamos en la plazoleta enlozada exterior para contemplar
un poco esta parte de Boente y organizar la reanudación del Camino; un domingo
bastante solitario en vísperas de la Semana Mayor.
Nuestro próximo referente, Fraga Alta (Castañeda) estaba a 2.3 km.
Nuestro próximo referente, Fraga Alta (Castañeda) estaba a 2.3 km.
Reconocimos
las señales jacobeas en el mojón y un pedestal a un costado; nos internamos por
la calle posterior a la plazoleta siguiendo la orientación de las flechas y después
torcimos a la izquierda, ya de salida por una pista de tierra, dejando atrás los
últimos muros de Boente da Baixo.
La senda nos acercó a
la carretera nacional N-547, la cortamos por un subterráneo.
Momentos después
alcanzamos el sitio Punta Brea de la localidad homónima de la parroquia de
Santiago de Boente, un espacio de recreación en una encantadora fraga que
acompaña el curso del regato Boente.
Unos metros
más adelante salvamos un corto puente sobre el rego y finalizamos el fortísimo descenso
al fondo del valle.
Pero el mismo
empujón de la cuesta nos llevó a progresar a buen ritmo por una pista llana,
bordeando verdes prados y una maravillosa floresta de diversas especies y matices.
También dejamos atrás un par de fuentes en ladrillo algo abandonadas.
Al rato,
justo al empezar el repecho hacia las colinas y Fraga Alta (Castañeda), llegamos
con la ruta jacobea a un paisaje despejado a nivel paralelo a la carretera
nacional N-547.
Tomamos un
respiro y con un solo impulso alcanzamos la cota del altozano donde finaliza el
puente sobre la autovía N-547, el cual cruza al otro lado la pista vecinal
asfaltada que sale de Boente da Baixo
hacia A Fraga Alta (Castañeda).
Un
vientecillo nos gratificó con el fresco aroma de unos acotados forestales de
pinos y eucaliptos en el primer recorrido. Después pasamos un cinturón de
atractivas villas, fincas y tierras de labranza; progresamos, dejamos atrás el
desvío hacia San Paio y en un santiamén entramos a la circunscripción de A Fraga Alta (Castañeda).
Un atractivo poblado
urbano-campestre encallado en una colina, de espléndidas y generosas casas, con
antejardines, huertas y ganado vacuno.
Nos acercamos a la variante
hacia Río, Doroña y Villantime, tal como leímos en el gran aviso vial de pedestal ubicado
en la esquina opuesta; también advertimos el mojón y la flecha jacobea señalando el mismo sentido, el cual atendimos.
Reanudamos y en la primera
curva de la variante dejamos atrás otro giro a Villantime y avanzamos recto en bajada
por una vía asfaltada entre prados y extensos terrenos para cultivos.
Atentos a las señales
del Camino, rápidamente rebasamos los caseríos O Pedrito y O
Río. Detuvimos la marcha al final de la calle en una plazuela natural, al lado
de la zona forestal de descanso de Castañeda para los romeros.
Dos vías más convergen al lugar y circulan alrededor de un frondoso árbol en un verdoso pastizal como una glorieta natural.
Retomamos el paso por el carril del costado de la zona de reposo y seguimos derecho pasando el rego Ribeiral canalizado bajo la carretera donde avistamos el mojón con la flecha.
Dejamos atrás una fresca enramada de chopos, robles y plantas de ribera y empezamos a remontar en medio de extensos cercados de tierras deforestadas, labradas para cultivos a lado y lado.
Más adelante, cuando el
ascenso se hizo más rudo torciendo levemente hacia la izquierda y luego hacia
la derecha, entramos a un entorno boscoso y montañoso, tupido de pinos,
eucaliptos, carballos, arbustos, árboles autóctonos y mucha maleza
y enredaderas silvestres.
Tras conquistar ese fuerte repecho, desembocamos en un puente peatonal sobre la carretera nacional N-547.
Continuamos por la calle principal a su zona posterior donde el paisaje es más convencional, de hermosas casa-fincas, corrales de ganado vacuno y cultivos.
Un entorno igualmente placentero… pero, con una escalada bastante dura y estirada.
Las señales del Camino nos llevaron a dar un rodeo por un paraje alto de la parroquia de Rendal, muy agradable por el paisaje sobre el valle.
Doblamos a la izquierda por un lugar llamado Guldris, avanzamos y nuevamente giramos en el mismo sentido por una larga pista en descenso que nos acercó a nivel de la carretera nacional N-547, pasamos de largo y más abajo cruzamos por un subterráneo al otro lado de la autovía.
Subimos un par de rampas bastante pronunciadas y nos detuvimos en la cafetería-albergue Milpes; renovamos energías y sellamos las credenciales.
El ambiente estaba increíble, pero…. deseábamos descansar.
Un par de cañas y tapas en una cafetería frente a un parque de almendros.
Dos vías más convergen al lugar y circulan alrededor de un frondoso árbol en un verdoso pastizal como una glorieta natural.
Retomamos el paso por el carril del costado de la zona de reposo y seguimos derecho pasando el rego Ribeiral canalizado bajo la carretera donde avistamos el mojón con la flecha.
Dejamos atrás una fresca enramada de chopos, robles y plantas de ribera y empezamos a remontar en medio de extensos cercados de tierras deforestadas, labradas para cultivos a lado y lado.
No demoramos en arribar a un cruce de rutas vecinales con avisos de
pie orientando hacia “Doroña”, “Bascuas”, “Río” y “Pumar”.
Continuamos de frente por indicación del mojón arropado por
arbustos a la derecha y cubrimos un primer tramo con similares características al
anterior, de suave subida, pero sin asfalto, en pista de grava y de cuidado por lo
resbaladiza.
Tras conquistar ese fuerte repecho, desembocamos en un puente peatonal sobre la carretera nacional N-547.
Después de una breve
pausa reanudamos la marcha; la senda de tierra y grava nos internó por otra exuberante
fraga, ahora al otro lado de la autovía en leve descenso.
Superada la travesía
por la fraga, salimos a un paso peatonal adoquinado por el cual salvamos una
carretera vecinal, verificamos las señales del Camino de Santiago en el mojón
sobre un montículo a la derecha e iniciamos un fortísimo descenso hacia
Ribadiso de Baixo por una vía vecinal de asfalto.
Bajamos sin
prisas, algo más de 1,5 km., en un ambiente medio urbano con el señorío de la vegetación;
eucaliptos azules, pinos de diversas especies, jardines, pastizales, cultivos, malezas.
Finalmente, la pista paso
del asfalto al camino empedrado y llegamos a las puertas de Ribadiso da Baixo:
el puente gótico del siglo XII sobre el río Iso, a través del cual se accede a la
mágica aldea de casas de pizarra.
El río Iso pertenece
a la provincia de La Coruña y es un pequeño afluente del río Ulla, muy rico en
truchas.
Cruzamos el
puente y sellamos credenciales en el Mesón Ribadiso.
Recorrimos su núcleo de casas de pizarra y solo imaginamos lo misteriosamente encantador que sería una noche en este lugar a orillas del río.
Continuamos por la calle principal a su zona posterior donde el paisaje es más convencional, de hermosas casa-fincas, corrales de ganado vacuno y cultivos.
Un entorno igualmente placentero… pero, con una escalada bastante dura y estirada.
Las señales del Camino nos llevaron a dar un rodeo por un paraje alto de la parroquia de Rendal, muy agradable por el paisaje sobre el valle.
Doblamos a la izquierda por un lugar llamado Guldris, avanzamos y nuevamente giramos en el mismo sentido por una larga pista en descenso que nos acercó a nivel de la carretera nacional N-547, pasamos de largo y más abajo cruzamos por un subterráneo al otro lado de la autovía.
Subimos un par de rampas bastante pronunciadas y nos detuvimos en la cafetería-albergue Milpes; renovamos energías y sellamos las credenciales.
Dejamos la cafetería y
bajamos a la autovía N-547, llamada también Avenida Lugo. Ubicamos la señal
jacobea y reanudamos el último tramo de 1,5 km hasta la localidad de Arzúa por
una senda de tierra paralela y en contrasentido a la carretera nacional.
Al finalizar la
pista de tierra, el mojón con la flecha nos indicó continuar por el arcén.
En un breve descanso,
un grupo de ciclistas ibéricos con muy buen humor y simpatía, aceptaron
compartir con nosotros un instante de recreo cultural en el Camino.
Llegamos al centro del
Concello de Arzúa buscando un albergue lo más tranquilo posible, pues la localidad estaba abarrotada de jóvenes peregrinos en bicicleta,
excursiones de Portugal, Italia y de todas partes del mundo.
El ambiente estaba increíble, pero…. deseábamos descansar.
Nos
registramos en el Albergue de Peregrinos Vía Láctea de la Rúa Xosé Neira Vilas, muy agradable y muy bien atendido.
El hospitalero nos
enseñó el albergue.
Un par de cañas y tapas en una cafetería frente a un parque de almendros.
Los almendros
aún no han empezado a florecer.
Llegó la hora
de descansar.
Gracias Señor por habernos permitido un día de peregrinaje
tan maravilloso.
Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario