viernes, 12 de octubre de 2018

S) PALAS DE REI – MELIDE


Camino No. 16: PALAS DE REI  -  MELIDE

Sábado 8 de abril de 2017


El apóstol Santiago dejó las señales para los peregrinos del planeta, únicamente debéis seguirlasAsí hicimos el Camino, muy seguros, sin prisas, a placer, con austeridad, mucho gozo y espiritualidad.



Como en su momento lo hizo el Apóstol, la longitud del tramo diario la organiza cada peregrino de acuerdo con su condición física, motivación e interés. La nuestra para hoy fue de 14,4 kilómetros.

A las cinco de la mañana estábamos en pie para iniciar el peregrinaje por la comarca de A Ulloa. Dejamos el buen albergue privado de la calleja peatonal Travesía Peregrino, reconocido por la Asociación de Amigos del Camino de Santiago.

Tomamos a la izquierda siguiendo la señal jacobea, pasamos la pileta, el escudo del Concello de Palas de Rei y cruzamos la cebra sobre la Avenida Compostela con dirección este. 

Pocos pasos adelante bajamos por un largo atajo enlosado que recorrimos hasta interceptar perpendicularmente la calle Camino Aldea Abajo; en este punto viramos a la derecha y nuevamente salimos a la calle Avenida Compostela.

Con la vista enfrente, identificamos la flecha amarilla en el muro al otro lado de la avenida; así pues, pasamos la cebra y embocamos la calle Rúa do Rio Roxan para una breve ronda en arco entre casas, patios y la plaza de la cuadra en la que apreciamos la obra del escultor gallego Jesús A. Novo, un marmóreo de una pareja de peregrinos bailando. 

Al final de la ronda salimos otra vez a la Avenida Compostela o carretera nacional N-547 y giramos a la derecha siguiendo las flechas amarillas, con la mirada al horizonte.

Avanzamos por el andén al ritmo del alegre trinar mañanero; el entorno urbano empezaba a disiparse cuando rebasamos el aviso rectangular "PALAS DE REI" con la franja diagonal roja superpuesta, a guisa de despedida.

Más allá al finalizar el andén, otro atajo arqueado en el sitio Curuxás nos alejó de la Avenida Compostela por indicación de la señal jacobea en un mojón.

La misma ronda hicimos más adelante en el sitio Carballal; pero al salir, la señal en un mojón al otro lado de la carretera nos invitó a cruzarla, a abandonar la Avenida Compostela o N-547 y continuar por una corredoira rural rumbo a San Xulián do Camiño


Nos internamos entonces por un angosto sendero de tierra aún con las huellas del frío invierno y un peculiar olor a montaña.

Atentos a cada pisada, descendíamos a gusto entre arbustos, malezas, sotos y robledales a lado y lado, sin mayor dificultad aún en los tramos más estrechos y sombríos bajo los ramales.

No obstante la espesura disfrutamos la travesía sin recelos, pues las flechas jacobeas siempre estuvieron allí, visibles en el verde follaje, misericordiosas, integradas al entorno natural.

Ya habíamos descendido 86 metros con referencia a Palas de Rei cuando arribamos a la pequeña, rústica y hermosa villa San Xulián do Camiño o San Julián del Camino, rodeada de hórreos y calles empedradas.



Sellamos credenciales en el único albergue privado. Los escasos habitantes del pueblo explotan el turismo rural y la economía de subsistencia agrícola y ganadera. 

También los beneficios adicionales por estar ubicados a la vera del Camino Francés de Santiago.


En la plaza principal se levanta un crucero. 

También una iglesia románica del siglo XII encomendada a San Julián del Camino.

 En ella se venera entre el mito y la tradición de la Iglesia, como santo de los peregrinos, la imagen de un noble soldado con la espada en la mano, consecuencia de su infortunio y su final santificación.


La vida de este santo aparece en la “Leyenda dorada”, una compilación de relatos del beato dominico italiano Santiago de la Vorágine (por su nombre españolizado) de mediados del siglo XIII.

Disfrutamos de un café americano bien caliente antes de  desprendernos de la aldea San Julián del Camino. Seguimos por una carretera vecinal rumbo a la pequeña aldea Ponte Campana o Puente de la Campaña, apenas distante un kilómetro.


Los primeros rayos del sol ya habían disipado bastante la niebla sobre los verdes prados, no así el frío aire que cortábamos a cada paso.




Pero… estábamos en el centro de Galicia y la riqueza natural paisajista a nuestra vista, así como la fuerza interior y espiritual de sabernos en el Camino de Santiago, disipaban cualquier sacrificio. 




El patrimonio cultural del Camino de Santiago forma parte del pensum  escolar español, por lo que es frecuente ver a jóvenes y chavales cumpliendo la tarea.


Se cita por esta comarca a la noble y aristócrata novelista española del siglo XIX, Emilia Pardo-Bazán y de la Rúa-Figueroa, o simplemente Emilia Pardo Bazán, condesa de Pardo Bazán, introductora del naturalismo en España y autora de la célebre obra “Los pazos de Ulloa” y su continuación final “La madre naturaleza”. 

En las que, inspirada en la belleza de estos paisajes y las costumbres de la época, describe en prosas líricas de singular encanto un conflicto cultural y religioso entre sus personajes en comparación al poder desenfrenado de la naturaleza, sin ocultar su dilección por la tierra y la vida en el campo.


Nos acercamos al río Pambre, un afluente del Ulla que nace en la Sierra del Careón. sus aguas, muy ricas en truchas, dividen Melide y Palas de Rei; también limita las provincias de Lugo y A Coruña.



Entramos al pequeño poblado A Ponte Campaña tras cruzar el puente sobre el río Pambre, una pasarela de muy fuertes pilares de granito. Este tranquilo lugar pertenece a la Parroquia de San Xoán do Mato y también cuenta con servicios de albergue.

No alcanzamos a completar la curva de la pista asfaltada; pues justo a la margen derecha del recodo, la flecha de un mojón entre la maleza a la sombra de un árbol nos llamó a seguir cuesta arriba por una extendida senda empedrada hacia la vecina aldea Casanova, distante 1,2 km.




Superamos el atajo y algo más de media hora después llegamos a la aldea Casanova, también de la Parroquia de San Xoán do Mato.

Los frecuentes avisos “Tecor Societario” en el Camino por Galicia, señalan terrenos cinegéticamente ordenados; es decir, dispuestos para la caza garantizando la protección de ciertas especies y su razonable aprovechamiento.




Haciendas solariegas en medio de un bosque encantador, muy apreciable y saludable remanso percibimos a nuestro paso por Casanova.




Dejamos atrás la aldea y continuamos por el camino vecinal asfaltado, halagados por el verde, sombrío y romántico paisaje, por la calle de honor con frondosos árboles a lado y lado; dirigidos a conquistar A Campanilla y O Coto, distantes 2,8 kms aproximadamente.



Algunas veces quedábamos plácidamente absortos, solo con las pisadas, el trino de las aves, el crepitar de las ramas en la arboleda, la melodía de un riachuelo, el susurro del viento y uno que otro guijarro rodando. Esta calma es nuestra vivencia predilecta del Camino de Santiago, no nos imaginamos en la alta temporada de romeros del verano.

Así llegamos a un cruce de caminos en medio de la soledad, pero en la orilla opuesta avizoramos a nuestro fiel cicerone, el mojón y la flecha amarilla señalándonos girar hacia la derecha.


poco más o menos 800 mts más adelante, otro mojón con la señal jacobea a la vera izquierda nos internó en ese sentido por un vericueto hacia lo alto del Monte Andemil.



Descendimos siguiendo el curso del arroyo Rego do Vilar que más adelante cruzamos en el caserío de Porto de Bois, escenario de la batalla entre Enrique II de Trastámara y el conde de Lemos.

Pasamos los apartamentos turísticos Porto de Bois.





Continuamos por un largo y firme camino vecinal que nos llevó a la pequeña aldea A Campanilla, perteneciente a la parroquia de Mato; habíamos conquistado la última aldea de Lugo en el Camino de Santiago Francés.




Sellamos credenciales en el “Café-Bar A Campanilla” de la aldea y brindamos con una taza de café por nuestras hermosas vivencias en la Provincia de Lugo.




Nos despedimos del muy gentil bar-tender y en unos pocos metros llegamos a la esquina del camino vecinal.



En este punto interceptamos la carretera nacional LU-P-4001, la abordamos con un giro brusco hacia la izquierda.



 Apenas unos momentos atrás nos mirábamos: 



"Parece mentira que estemos aquí, pero... ya no es un sueño, es una realidad; hicimos una promesa y estamos a pocos kilómetros de cumplirla"

Acabábamos de entrar a la provincia de A Coruña, la última provincia del Camino de Santiago; aquí se ubica Santiago de Compostela, ciudad municipal capital de la comunidad autónoma de Galicia, y en ella la catedral donde descansan los restos del Apóstol.

Luego de un buen tramo por la carretera nacional llegamos a O Coto, primer núcleo poblacional de A Coruña en la ruta jacobea.

O Coto junto a Leboreiro y Desecabo forman la parroquia Santa María do Leboreiro, ya en el Concello de Melide.

Seguimos por la izquierda, una entusiasta cuadra con muchos servicios para el peregrino, punto de encuentro y ofertas de turismo rural. 





Melide o Mellid en gallego. Pertenece a la Comarca de Tierra de Mellid, tiene 26 parroquias, dedicados tradicionalmente a la actividad agropecuaria y en particular a la ganadería del vacuno de leche y carne y de ganado porcino.




La señal en el mojón nos indicó seguir la senda sombría por el robledal de carvallos; unos 600 metros nos separaban de   O Leboreiro o Santa María de Leboreiro.





Entramos a O Leboreiro o Santa María de Leboreiro parroquia del municipio de Melide, mencionada por Aimeric Picaud en su Codex Calixtinus como “Campus leuurarius“ o Campo de liebres por la creciente  proliferación de estos lepóridos.




Un humilde y maravilloso enclave medieval en el Camino de Santiago Francés que preserva los testimonios vivientes de su pasado, de su historia.

Su gótica y primitiva Iglesia dedicada a Santa María; el cabazo de ramas de sauce y tapa de paja, primitivo hórreo para preservar el maíz de la humedad, de los roedores o cualesquier animales.

El muro con el escudo de armas de los Ulloa da cuenta de un hospital de peregrinos que funcionó en este lugar, documentado en el siglo XII, rehabilitado por Vasco de Ulloa en el siglo XV.  


Admirable el justiprecio, conservación y respeto de los españoles por su historia, su cultura y el medio ambiente; el aprecio a un viejo muro o un viejo cabazo de palo y paja.




Nos despedimos desde su famoso crucero.

Salimos de O Leboreiro por una antigua calzada romana de piedra y muros laterales; al final empalmamos con un puente medieval del siglo XIV sobre el Río Seco el cual cruzamos para entrar a la pequeña aldea Desecabo.


El cauce del río Seco es un regato que nace en la Serra de O Careón y desemboca en el río Ulla en el vecino municipio de Santiso.



Superamos Desecabo y continuamos por un camino paralelo a la carretera N-547; La localidad de Furelos, nuestro próximo referente se ubica a 4 kms.






Nos acercamos a A Madalena, un parque industrial donde el peregrino debe ser muy cauteloso con el afán de los transportistas y repartidores empresariales.

Pero antes... un breve descanso para los hombros.



 Retomamos la marcha y unos metros más adelante llegamos al Polígono industrial A Madalena. Dispone de 142.000 m2, 80.000 de ellos de uso industrial, divididos en 74 parcelas desde un mínimo de 625 m2 a un máximo de 3.275.





55.901 kilómetros nos separan de Santiago de Compostela según lo informa el mojón jacobeo del Polígono industrial A Madalena.




La ruta jacobea a su paso por el parque industrial ha sido polémica; para unos fuera de contexto, otros defienden el Camino en sostenibilidad con el desarrollo industrial.





Rebasamos el agitado tramo del parque industrial y mantuvimos la marcha por un largo corredor paralelo pero alejado de la carretera N-547; un paseo muy tranquilo ce un extenso rebollar a la margen izquierda.

Al final del corredor la señal nos desvió a la izquierda para embocar la Rúa Furelos.




Accedimos a la aldea tras vadear el puente, una obra medieval de cuatro arcos del siglo XII sobre el río Furelos.




Furelos es la entrada al municipio de Melide a través de la ruta jacobea; la aldea se formó en entorno a la iglesia románica de San Xoán de Furelos y a las orillas del río Furelos un afluente del Ulla.





Un lugar realmente mágico e idílico en un entorno natural y tranquilo, con la relajante melodía de la corriente del río.




Partimos de Furelos por una extendida carretera de gravilla; y media hora después ingresamos a la municipalidad de Melide.






Sellamos credenciales en “La Huella del Peregrino”, negocio de un diseñador emprendedor en Melide.

Cuando elaboramos nuestra planeación, procuramos elegir un albergue para pasar la noche lo más próximo a la salida y retoma del Camino de Santiago.





Nos alojamos en este bello albergue de la Rúa Codeseira.





Fuimos los primeros peregrinos en llegar. Por la época, solamente llegó otra peregrina.






Un albergue de muy cálida y excelente atención.






Una oración y hasta mañana…



Qué bonita experiencia




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